Busca 10 recuerdos que evoca el narrador en el texto en el pasado.

En el colegio me daba vergüenza no ser de Madrid. Contaba que había nacido en el hospital del 12 de octubre, como la mayoría de niños que conocía, pero era mentira. Ahora, cada vez que puedo, saco el DNI para demostrar que la primera 5 vez que abrí los ojos fue en un pueblo de La Mancha de poco más de 13.000 habitantes.

Allí, disfrutaba pisando uvas con mis primos sobre el trac- tor de mi abuelo, me encantaba poder comprar helados sin dinero y pagar más tarde y sabía que podia alejarme más 10 de 20 metros de la terraza en la que estaban cenando mis padres sin preocuparme y, sobre todo, sin que a ellos les preocupara lo más mínimo. [...]

Ser de pueblo es saludar a todo aquel que te cruzas aunque no lo conozcas de nada y es ayudar a barrer y fregar la 15 calle, algo impensable en Madrid aunque a su asfalto le haga mucha más falta. Y la pandilla. Ser de pueblo es la pandilla. Es saberte en posesión de un tesoro si tienes un colega con coche, pues será quien te lleve a las lagunas a bañarte, a recorrer las fiestas de los pueblos de alrededor y 20 quien evitará que pases frío en invierno. [...]

Ser de pueblo [...] es hacerte una camiseta serigrafiada con tus colegas y sentir que eso es la amistad. [...] Es acoger a tus amigos del pueblo en la capital cuando van a comprarse ropa para las ferias y llevar a tus amigos de Madrid a esas

25 ferias. [...]

Ser de pueblo [...], es darte cuenta de que la gente se mira a los ojos.

Ana Iris Simón, «El orgullo de ser de pueblo, Vice, 2017.

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