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Andaba por la calle Antoni Gaudí, el famoso arquitecto catalán que había dibujado y construido el park Güell en Barcelona. Antoni Gaudí tenía 60 años, tenía el pelo canoso, los ojos azules, llevaba una barba y un traje gris. Era bastante alto. Era inteligente, original, creador, le gustaba la arquitectura modernista, tenía una gran imaginación. Estaba acompañado de su sobrina, Rosita con quien vivía en una de las casas del parque que se había reservado. Vivía con ella desde la muerte de su pobre madre.

En esa época, era una niña muy bella, rubia, con los ojos azules, el pelo largo y liso ; le gustaban los vestidos largos, de color pastel, rosa de preferencia. Le gustaban mucho los cuentos de hadas y su tío le contaba una historia cada noche, antes de dormir.
También, le gustaba mucho pasear por el Parque. Era como si fuera un cuento de hadas real. La casa del guardián se parecía a un hongo o a la casa de Hansel y Gretel. Estaba en la entrada principal del parque. El contorno de las ventanas y el techo estaban hechos con mosaicos ; la técnica habitual de Gaudí era romper platos de cerámica y pegar los trozos haciendo un bonito conjunto : se llamaba el "trencadis".
Las ventanas de forma ovalada y la chimenea puntiaguda que se acababa por una cruz de cerámica recordaba la casa de la bruja en el cuento de Hansel y Gretel.
La niña pensaba que estaba en el cuento de hadas, como si fuera en un mundo mágico.
La salamandra multicolor, debajo de la fuente, hecha de mosaicos también era su mascota, le hablaba, le contaba su día. Se inventaba personajes imaginarios.

Ese día, tuvo la impresión de que los mosaicos cambiaban de color. Corrió hacia el banco ondulado de la gran plaza : se había transformado en una monstruosa serpiente que la perseguía. Era muy largo, gigantesco con escamas multicolores y le daba mucho miedo. Corrió hacia el puente de piedra en forma de ola que estaba inclinado porque pensaba que era un lugar ideal para esconderse.
Se estremecía de miedo. De repente, un ruido estridente la asustó. Era un vuelo de murciélago.
Se puso a chillar y corrió hacia el exterior, rumbo a su casa ; esperaba que su tío estaba en casa y podría protegerla.
Pero, ¡mala suerte!, el dragón de cerámica de la fuente se despertó al oír los chillidos y los llantos de la niña y la persiguió también ruidosamente, escupiendo fuego.
La pobre niña no sabía que hacer, su corazón se puso a palpitar. Tenía cada vez más miedo porque el animal era enorme y amenazador.
Llamó a su tío gritando.
La salamandra subió a la chimenea.¡ Uf!
Pero las cuevas delante de la casa del guardián se transformaron en un elefante imponente.
Por suerte, Antoni Gaudí oyó los gritos de su sobrina y vino a socorrerla. La tomó en sus brazos y la tranquilizó.

De repente, Gaudí se despertó gritando porque le dolía todo el cuerpo y sufría mucho. Estaba a punto de morir, agonizaba porque acababa de ser atropellado por un tranvía. Sus últimos pensamientos fueron para su sobrina querida, ya muerta desde hacía mucho tiempo, en 1912...
Una vez muerto, se reunió con este mundo que había creado y soñado y encontró a su sobrina. Era feliz. Era un sueño para siempre.




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